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El año se ha terminado, las penas, las dudas, los esfuerzos y los gastos, se han marchado con él. No antes de festejar al ritmo familiar, sus ultimos minutos ante este cielo claro. El olor es delicioso, el rico ponche endulza de veinte fragancias frutales el comedor y las risas se sostienen sobre la marcha del pequeño pregunton. Ingenuo curioso que le sorprende las luces navideñas, que prenden y apagan al rededor del arbol, señala con gracia aquellos que pretenden ser juguetes para una mente joven. En un deseo corre hasta las piezas de los reyes magos pero es detenido por abuelo, que apesar del dolor de espalda, toma en sus brazos el ahora lloron sujeto.

Es la ultima noche del 2011, en este año la tierra se convirtio en viento y volvio a nacer en el oraculo del tiempo. Caminando, viajando o volado el viento se marchita entre ondas y se estira entre pasos, para llegar a cada lugar donde existan suspiros, para calentar el corazon y llenarlos nuevamente de aire puro. En este año la estabilidad de la roca presumio de su interes, apesar de mirar los mas dulces ojos, las mas dulce manos, el tuvo que siguir hasta la puerta de su entrada, quisa con la practica es facil.

No me sorprende que deje de pensar en nadie, ya que las estrellas han cambiado y ni miradas se han asomada, no me sorprende lo desdichada que es la vida si las luces se pierden, en frios inviernos ahogados en nieves que disfrutan las ardillas.